LA MALDITA HORA DEL OLVIDO
Había estado soñando el mismo sueño desde que compré un armario y lo puse en mi habitación, completamente vacío. De eso hacen dos semanas. Los gatos fueron los primeros en treparse en él y hacer maromas o dormir toda la tarde cuando el Sol se metía por la ventana con la furia de un incendio. Por las noches, mientras corroía el insomnio, lo miraba desde mi cama por horas sin decidir qué poner en él. La primera vez que soñé ese sueño estaba parado mirando por la ventana de una casa antigua y enorme, desde afuera, sus paredes parecían estar pintadas con alquitrán y decoradas con elefantitos amarrados en círculos interminables, no había cortinas, tan solo unas sillas de madera sin pintar con asientos tejidos en totora. Adentro estaban mis amigos, todos mis amigos y yo quería entrar a avisar que estaban en peligro, que la casa se iba a incendiar. Ellos estaban adentro bebiendo y riendo y yo quería gritar pero por alguna razón, que debe ser el miedo o la angustia, estaba...